GAUDÍ: ACERCAMIENTO A SU SINCERIDAD CONSTRUCTIVA

GAUDÍ: ACERCAMIENTO A SU SINCERIDAD CONSTRUCTIVA

Gaudí apenas escribió, si acaso algunas notas, que se quemarían durante la Guerra Civil, pero sus discípulos recogieron muchos de sus alegatos. De entre ellos, hemos querido destacar éste: “¡Construir! ¡Construir Belleza! Buscar en la Naturaleza la imagen del misterio y convertirla en Arquitectura. Forjar la forma de la idea: Ésta fue mi obra alquímica. Mi sueño: Ser canal para que la Belleza sea el resplandor de la verdad, descubrir en las leyes del Universo todos sus secretos”.

Antoni Gaudí

De Gaudí se ha escrito mucho: “Del inagotable universo bibliográfico han nacido in­terpretaciones de un Gaudí católico y devoto, otro ocultista, otro alquimista, otro alucinógenamente iluminado, etcétera, hasta abarcar los extremos más irreconci­liables. Gaudí inculto, Gaudí cultísimo; Gaudí místico, Gaudí sobrio racionalista; Gaudí futurista, Gaudí reaccionario; Gaudí nacionalista, Gaudí cosmopolita; Gaudí católico arquitecto de Dios, Gaudí iniciado, rosacruz y masón. Demasiados Gaudís, o quizá todavía muy pocos.”[1]

Este escrito no pretende ahondar en el universo simbólico del arquitecto, ni mucho menos desvelar los atributos de su obra; sólo busca reflexionar acerca de algunos referentes en su inspiración y sobre su obsesiva búsqueda de la “verdad constructiva”.

Así, tomando prestadas palabras  de Etsuro Sotoo[2]: “No vamos en busca de Gaudí, sino a buscar a través de Gaudí.

En Gaudí confluyen, por una parte, el conocimiento atávico, desvelado a través de la religión, la mitología y la narrativa tradicional; y por otra, la funcionalidad de las matemáticas, de las estructuras naturales y de sus envolventes espaciales geométricas. Estos invariantes construyen la “originalidad” de la obra de Gaudí, entendida como una vuelta al “origen”. Gaudí “arquitecturizó” y “geometrizó” la Naturaleza.  Su “Verdad constructiva” es el paradigma de lo bello y de lo trascendente.

La Mitología Griega nos ayuda a aproximarnos a algunas de sus obras. La cancela de hierro forjado de la entrada de la finca Güell, con forma de dragón, estuvo probablemente inspirada en la historia de Hércules y las manzanas doradas de las Hespérides. Su forma representaría a Ladón, dragón guardián y políglota de cien cabezas, vencido por Hércules en su undécimo trabajo.

Por otra parte, el proyecto urbanístico del Park Güell tiene un sentido religioso y orgánico. Una isla de virtud y de relajación en medio del caos. Aprovechó el desnivel de 60 m del terreno para trazar un camino de elevación espiritual. Así, para adentrarse y acceder a otros estadios, el recipiendario asciende por una escalinata cuya figura más importante, el dragón, rememora a aquel que defendía las fuentes del templo de Delfos. Las columnas, siempre inclinadas, formadas por piedras de distintas formas y tamaños, sugieren troncos de árboles, estalactitas y cuevas. Las superficies onduladas se asemejan a ríos de lava. La gran urbe, a los pies de la urbanización, representa la vida terrenal, mientras que el parque simboliza el paraíso.

Otro aspecto en que muchos estudiosos del arquitecto coinciden es que los pabellones de entrada al parque rinden su particular homenaje al cuento de los Hermanos Grimm, Hansel y Gretel[3], en el que dos hermanos luchan juntos contra las adversidades y logran revertir su triste destino. Durante el recorrido del parque se pueden ver una serie de bolas que representarían “las piedrecillas blancas” que Hansel esparció por el camino para poder volver a casa.

La casa Milà, es un encargo personal[4] en el que predominan las curvas que nos recuerdan las olas del mar. Es una reinterpretación de una Naturaleza dinámica en la que un movimiento constante va desde el exterior hasta el interior. Según algunas fuentes, la inspiración de la Casa Milà proviene de lugares visitados por Gaudí en su infancia y juventud.

De ella se han dicho: “En el interior de la Casa Milà predominan los temas ornamentales marinos, que acentúan la fluida continuidad de los volúmenes. En particular, los falsos techos de yeso imitan amplias olas que simulan los movimientos de agua, a veces encrespadas por el viento y otras en forma de espirales que recuerdan los rizos de la espuma marina al golpear contra la orilla….[5]…. “las escaleras se enrollan en las paredes emulando las fuerzas de la naturaleza: la tierra, el agua, el fuego y el aire[6].

Gaudí nos decía: “La recta es del hombre, la curva es de Dios”.

Para Gaudí ser original significaba volver al origen, es decir, a la Naturaleza, y todo lo que necesitaba para crear sus obras se encontraba en su gran libro[7].  La sabia utilización de estructuras naturales, con diseños económicos, que incorporan materiales de proximidad y reciclados, entre otras estrategias, hacen de Gaudí un precursor indiscutible de la Sostenibilidad en Arquitectura.

Otro de los puntos dónde Gaudí expresa su “sinceridad constructiva” es en la adecuación entre la forma y la función. Si la Naturaleza trabaja siempre buscando estructuras funcionales, es sabio analizar y reinterpretar aquellas que durante millones de años han tenido un funcionamiento perfecto. Entre las grandes aportaciones de Gaudí inspiradas en la Naturaleza están los arcos catenarios y las superficies regladas.

Gaudí desarrolló una teoría "arquitectónica estructural espacial" ligada estrechamente a la Naturaleza, utilizando para ello la Geometría Descriptiva. Recordemos que Albert Einstein, en su teoría de la relatividad, expresó que la forma del Universo sería la de una “silla de montar”, esto es, la de un Paraboloide Hiperbólico.

En palabras de Gaudí: “La cualidad ideal de la obra de arte es la armonía, que en las artes plásticas nace de la luz que da relieve y decora. La Arquitectura es la ordenación de la luz”. También afirmaba que “para hacer las cosas bien es necesario: primero el amor, segundo la técnica” y, como si a martillo y a cincel se refiriese, también expresaba, “es necesario alternar la reflexión y la acción, que se completan y corrigen la una con la otra”.

Como paradigma de su inspiración en estructuras naturales dispuestas para homenajear a la Luz, Gaudí concebirá su Obra Maestra. Consciente de la envergadura del proyecto del Templo de la Sagrada Familia, que le llevó los últimos 40 años de su vida, y que quedó inacabado, Gaudí, que generosamente universalizaba y daba trascendencia a su proyecto, reflexionaba: “No es posible que una sola generación acabe el templo, dejemos entonces una vigorosa muestra de nuestro paso, que las generaciones venideras sientan el estímulo de hacer otro tanto; y por otro lado no las liguemos para el resto de la obra”. Por ello, cuando se considere concluido el Templo más alto de Europa, en el que habrán trabajado varias generaciones en búsqueda de la Sabiduría, la Fortaleza y la Belleza, nunca podrá afirmarse de éste que es la obra maestra de un único autor.

Esta concepción del Templo, como obra atemporal y colectiva, que para Gaudí encarnaba la construcción por excelencia, fue discutida por otros creadores que firmaron un manifiesto contra la continuación de las obras de la Sagrada Familia. En ese escrito se recogían frases como: “A nadie se le ocurriría terminar un cuadro o una escultura, pero un edificio, ¿se puede terminar sin el arquitecto que lo concibió?”

Esto nos lleva a reflexionar acerca de si las relaciones entre ética y estética, aplicadas a la Construcción, pueden ser consideradas como el producto del proceso creativo de un único hacedor o bien son invariantes atemporales de la Obra a realizar mediante un proceso colaborativo, transversal y transparente de “sinceridad constructiva”, a lo largo de la historia.

Gaudí fue un arquitecto culto y completo, en el más puro sentido de la palabra, que bebió de todas las referencias culturales del pasado y que, a diferencia de muchos coetáneos, trascendió la mera labor proyectual. Gaudí creaba y construía generosa y febrilmente, "enfermo" de inspiración y no sólo dedicó la mayor parte de su vida a hacer un seguimiento de su mayor obra, sino que construyó un taller en su espacio para vivir, proyectar y construir su Templo desde el interior.

¿Comprenderemos alguna vez la totalidad de su obra?, seguramente no, pero nos reveló un gran secreto: “sólo cuando se conoce la Verdad, ésta se puede expresar adecuadamente”.

[1] César García Álvarez, GAUDÍ: Símbolos del éxtasis. Siruela.  Biblioteca de Ensayo 90 (Serie Mayor)

[2] Etsuro Sotoo, actual maestro responsable de la escultura en la Sagrada Familia, que se define a sí mismo como picapedrero

[3] https://hanseligretel.cat/es/hansel-y-gretel-el-cuento-de-los-hermanos-grimm/ representado en 1901 en el Gran Teatre del Liceu, https://www.lavanguardia.com/participacion/retos/20210513/7447831/que-cuento-inspira-parte-park-gueell.html

[4] para Pedro Milá y Camps y Roser Segimon. El ambicioso proyecto, que contaba con ilimitado presupuesto supuso un reto para el arquitecto quién debía crear un edificio entre la esquina del paseo de Gracia y la calle Provenza. Este edificio sería la vivienda principal de la pareja, la cual le dio total libertad a su creatividad, o por lo menos, al principio.

[5] María Antonieta Crippa, en su libro Gaudí (2003)

[6] https://www.barcelonacheckin.com/es/r/guia_barcelona/articulos/pedrera-interior-fachada-azotea

[7] Martinell Brunet, C. 1967, Gaudí: su vida, su teoría, su obra, Colegio de Arquitectos de Cataluña y Baleares, Barcelona, p. 141


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