¡DEJEN DE MATAR, POR DIOS!
Por los que mueren y por los que van a morir.
Por los que no han muerto pero serán muertos en vida.
Por los que siempre serán refugiados: fuera de su país, de su casa, sin esperanza, sin futuro, sin medios pero con miedo.
Por las familias rotas. Por los huérfanos. Por los padres sin hijos.
Por los anhelos y las ilusiones truncadas. Por los estudios sin realizar, por las profesiones sin ejercer, por los dones sin explorar.
Por los traumas que quedarán de por vida. Por las secuelas físicas imposibles de paliar.
Por las consecuencias humanas, sociales, políticas, culturales y económicas que se extenderán a lo largo de muchas generaciones.
Por los fanatismos (más todavía) que generará.
Por la impunidad, por crímenes de guerra y violación de derechos humanos.
Por todo esto y por mucho más decimos NO A LA GUERRA
Porque no se me ocurre nada que pueda justificar la guerra y sus consecuencias: muerte, crueldad, violencia, hambre, enfermedad, violaciones y muchas más.
Porque las víctimas no tienen edad, sexo, nacionalidad ni ninguna otra condición. Una víctima siempre es una víctima independientemente del lugar donde haya nacido, de la lengua que hable, del dios al que rece.
Porque cualquier acto de terrorismo es un acto de terror y no hay argumento que lo sostenga. Venga de un grupo de personas o venga de un Estado. Esté legitimado por la población, o sea un hecho aislado. Haya una víctima o haya mil. Se cometa en nombre de Dios, en nombre de un ideal o en nombre de un hecho histórico.
Porque las consecuencias de la guerra se extienden en el tiempo y en el espacio.
Porque de las guerras sólo se benefician unos pocos indeseables.
Porque, para vergüenza de muchos, las guerras evidencian la imposibilidad que muestra el ser humano de resolver sus conflictos de forma pacífica. Evidencian que la clase política, la que debe trabajar para el bienestar de la población, está más preocupada de las posiciones de poder, de su poder, que de las personas a las que representan. Y porque evidencian que en nombre de la diplomacia, de las alianzas y de los acuerdos geopolíticos y económicos, los derechos humanos son papel mojado del que se puede prescindir.
Por todo esto y porque nuestro deber es trabajar por una sociedad más justa y fraternal, siempre al progreso de la Humanidad, decimos NO A LA GUERRA.
Creo firmemente en el poder transformador de la cultura, y en la cultura como espacio en el que refugiarse cuando los cuatro jinetes de la Apocalipsis cabalgan sobre la tierra sin que nadie les detenga. Por esto mismo os recomiendo que leáis el discurso que leyó Amos Oz, escritor de origen hebreo, cuando recogió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007. Han pasado 16 años y lamentablemente está tan vigente como el primer día.
https://es.wikipedia.org/wiki/Amos_Oz
Y os dejamos algunos libros para entender este conflicto:
"La ocupación" de Ahron (Ronnie) Bregman
"El atentado" Yasmina Khadra
"Contra el fanatismo" Amos Oz
"Palestina" Rashid Khalidi
"La limpieza étnica de Palestina” Ilan Pappe
"Violencia e Islam" Adonis
"Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el islam” Karen Armstrong
"Israel, entre la guerra y la paz” Shlomo Ben- Ami
"Hamás, política, beneficencia y terrorismo al servicio del Yihad" Matthew Levitt.
La francmasonería no profesa ningún dogma y trabaja en una permanente búsqueda de la verdad, por ello las disertaciones publicadas en esta web no deben ser interpretadas como el posicionamiento de la Logia Gea en los temas tratados, sino como la expresión de la opinión de uno de sus miembros con el objetivo de incitar a la reflexión y al debate constructivo que nos permite cumplir con los deberes masónicos con un mejor conocimiento de causa.
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