Casa México Madrid. Altar de los muertos 2022
EL ALTAR DE LOS MUERTOS
En Méjico, el culto de los muertos es el resultado del sincretismo de dos culturas: la prehispánica y la católica.
La creencia es que las ánimas de los difuntos vuelven del más allá para disfrutar de todas las viandas que sus familiares ponen a su disposición en estos días. Y por eso, lejos de ser un día triste, es un día de júbilo y de alegría porque no se sufre el recuerdo de una pérdida, sino que se celebra la memoria de la existencia, el reencuentro con los difuntos.
La máxima expresión plástica de todo este culto es el altar de los muertos, una explosión de formas, colores, sabores, olores y objetos que comparten idéntico fin: atraer y agasajar al difunto.
Fundamentalmente hay tres tipos de altares:
Algunas fuentes dicen que los escalones se forran de tela negra y blanca y en su origen eran los estratos de la existencia en las culturas prehispánicas. Cada escalón está destinado a determinados objetos. Su colocación, abreviando, es aproximadamente de la siguiente manera:
En el tercer escalón se coloca sal, para purificar el espíritu de los niños del purgatorio. En el cuarto, se coloca el pan, como alimento a las ánimas que por ahí transitan. Ya en el sexto aparece la imagen de los difuntos recordados y, por último, en el séptimo escalón una cruz formada por semillas (símbolo de la tierra), frutas, sal o ceniza, o los cuatro puntos cardinales (según los ojos con los que queramos verlo).
Además de estos elementos hay muchos más, ninguno fruto del azar, pues como ya he mencionado, todos ayudan al espíritu a viajar desde el mundo de los muertos al de los vivos, señalándoles el camino, para convivir y disfrutar del día. Entre estos elementos están:
Y si entre vosotros hay algún aficionado a la mitología greco-romana, como curiosidad añadiré que en la tradición azteca también hay un perro, y una laguna en forma de río que hay que atravesar. Xoloitzcuintlen, mucho más amable que el cancerbero, es el perro encargado de acompañar el alma de los difuntos que mueren por razones naturales y cruzar el río Itzcuintlan, hasta llegar a Mictlán. Una manifestación más de la universalidad del símbolo y de su esencia, "el modo visible bajo el cual lo invisible se manifiesta al hombre", en palabras de René Guenon
El día de los fieles difuntos, el de los muertos para algunos, no es un día de tristeza por la ausencia, es un día de evocación y llegada de los seres queridos fallecidos; una presencia, un renacer constante en el que conviven la vida y la muerte, los vivos y los muertos. Es la constatación y a la vez esperanza de que nada es para siempre, que los vivos mueren y los muertos vuelven, también nosotros cuando nos llegue el momento; porque mientras hay recuerdo, no hay muerte. Es un momento de esperanza, un momento en el que todos somos uno.
El altar de los muertos trasciende al espacio y al tiempo. Es un camino del más allá al más acá; es un símbolo de respeto y de amor, un faro para las almas, es la representación de la alegría por su venida, el recuerdo de que vamos a morir y la responsabilidad de cómo vivir. Pero ante todo es, lo más parecido al mundus imaginalis de Henry Corbin, "un lugar donde el espíritu se corporifica y el cuerpo se espiritualiza"
Según palabras de Hugo von Hofmannstal, el símbolo “aleja lo que está cerca, acerca lo que está alejado, de manera que el sentimiento pueda captar lo uno y lo otro”.
En el siguiente link podéis disfrutar del altar de los muertos del 2023 de la Casa México de Madrid:
https://www.casademexico.es/altar-de-muertos-2023/
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