EL ASNO DE ORO. RELATO DE UNA INCICIACIÓN

EL ASNO DE ORO. RELATO DE UNA INCICIACIÓN

Hace unos meses, compartimos con amigos la obra teatro Burro, que por su excelencia a todos nos impactó por una u otra razón.

Entre cañita y patatas bravas, comenté que, a mí, me había impresionado la parte de la obra en la que se hablaba del Asno de Oro de Apuleyo (s.II d.c.) y me vi inspirada a leer la obra, no la conocía y es algo que os recomiendo.

La obra es fantástica en muchos sentidos, es un romance satírico sobre la naturaleza. En ella, su autor, Apuleyo, se burla de las supersticiones, de la magia y de las creencias de la época.

Lucio es el protagonista de esta historia tan pintoresca que se nos cuenta en todo momento en primera persona. La novela comienza con Lucio emprendiendo un viaje. Por el camino, al igual que ocurrirá a lo largo de la novela, o bien Lucio o bien otros personajes nos irán contando leyendas mitológicas como la famosa de Eros y Psique y otras de carácter popular.

Al llegar a una ciudad, Lucio se hospeda en casa de un hombre rico y de su mujer, una maga. Un día, Lucio ve a la señora de la casa transformarse en búho, y le pide a su sirvienta y amada Fotis que lo ayude a transformarse en ave, pero Fotis se equivoca de conjuro y lo transforma en un asno (Fotis le advierte de que la única forma de volver a su forma humana es ingerir unas rosas). Entonces, unos ladrones irrumpen en la casa de Milón, que es como se llama el dueño de la casa, y se llevan tesoros y riquezas, cargándolas en los caballos de Milón y en el asno (Lucio), que también se encontraba en el establo.

Una vez que el asno es llevado lejos de allí, vivirá numerosas experiencias en su nueva forma, que, si bien es de asno, no deja ser de ser humano y piensa como como tal. Al pobre Lucio le pasa de todo, trabaja en la rueda de un molino, transporta leña y sale siempre mal parado, es maltratado como el animal en que se ha metamorfoseado, pasa hambre, sufre ataques de perros, ataques de aldeanos, se ve vendido varias veces en los mercados, escapa de la muerte en varias ocasiones, se libra por los pelos de ser cocinado y castrado y todo ello con una narración francamente divertida, no tiene nada que envidiar la novela a las actuales por su frescura y acción.

Por fin, Lucio escapa al monte y pide a la diosa Ceres que le salve y ésta le guía hacia su metamorfosis, diosa a la que curiosamente llama Isis.

Una vez, recupera su aspecto humano, se convierte en abogado y en un devoto seguidor de la diosa.

Os comparto brevemente el relato de su iniciación:

Llegué a las fronteras de la muerte, pisé el umbral de Proserpina y a mi regreso crucé todos los elementos; en plena noche, vi el sol que brillaba en todo su esplendor; me acerqué a los dioses del infierno y del cielo; los contemplé cara a cara y los adoré de cerca.

 Ésas son mis noticias: aunque las has oído, estás condenado a no entenderlas. Así, pues, me limitaré a contarte únicamente los detalles que, sin sacrilegio, pueden revelarse a la inteligencia de los profanos.

 La mañana siguiente, al concluir las ceremonias de ritual, salí revestido con doce túnicas Sagradas: por muy santa que sea esa indumentaria, nada me impide hablar de ella, ya que todo discurre entonces ante una nutridísima concurrencia. En el mismo centro de la mansión sagrada y ante la imagen de la diosa, se levantó una tribuna de madera a la que se me mandó subir. Llamaba la atención el fino tejido de lino que me cubría, y sobre todo el florido bordado que lo realzaba. De mi espalda colgaba por detrás hasta los talones una preciosa clámide. Por los cuatro costados lucía el variado colorido de mi bordado con dibujos del reino animal; aquí había dragones indios, allí grifos hiperbóreos, cuadrúpedos de otro mundo, con alas como las aves. Esa prenda es la que, en el lenguaje de los iniciados, se llama «estola olímpica».

 En la mano derecha llevaba encendida una gran antorcha; una hermosa corona de palmera ceñía mis sienes, y sus hojas doradas sobresalían alrededor de mi cabeza como una aureola radial. Revestido así con los atributos del sol, me colocan como si fuera una estatua; de pronto, se retiran más cortinas y empieza el desfile del pueblo para contemplarme.

 Después de esta ceremonia celebré mi feliz nacimiento a la vida religiosa

con exquisitos manjares en alegre banquete. El tercer día se repitió la misma ceremonia, así como el desayuno ritual: con ello se completaron las formalidades de la iniciación”.

 En Masonería, ser iniciado es dar inicio a una reforma de nosotros mismos, con el fin de avanzar en la mejora personal y con ello poner nuestro grano de arena para que el mundo que nos rodea sea un mundo mejor. Todo ello basado en la fraternidad de cada uno de sus miembros.


La francmasonería no profesa ningún dogma y trabaja en una permanente búsqueda de la verdad, por ello las disertaciones publicadas en esta web no deben ser interpretadas como el posicionamiento de la Logia Gea en los temas tratados, sino como la expresión de la opinión de uno de sus miembros con el objetivo de incitar a la reflexión y al debate constructivo que nos permite cumplir con los deberes masónicos con un mejor conocimiento de causa.


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