EL PERRITO COJO
Pedro, un niño de nueve años, pasó después de volver del colegio por una calle en la que en una de sus tiendas se había colgado un cartel en el que se leía “cachorros en venta”.
Sin pensarlo dos veces, el niño entró en la tienda y preguntó al dueño:
- ¿Cuánto cuestan los cachorros que están en venta?
El dueño de la tienda le contestó.
-300 euros.
Metiéndose la mano en el bolsillo el niño saco 10 euros.
-Sólo tengo 10 euros, ¿Puedo al menos verlos con estos 10 euros?
El dueño sonrió y dejó abierta una puerta de la que salieron 5 cachorros corriendo y otro que iba más rezagado, moviéndose muy despacio detrás.
El niño solo se fijó en el perrito rezagado
- ¿Qué le pasa a ese perrito? Preguntó.
El dueño le explicó que ese perrito tenía la cadera mal y nunca podría correr ni saltar a buscar la pelota, ni jugar como el resto.
El niño se emocionó mucho y señaló:
-Ese perrito es el que quiero comprar
El dueño, le manifestó:
-No, ese perrito no lo vas a comprar, está defectuoso, no puedo vendértelo, te estaría engañando, si quieres te lo regalo, pero no puedo aceptar que pagues por él.
El niño enfadado le dijo mirando al dueño a los ojos.
No, ese perrito es el que quiero comprar y vale tanto como los demás. De hecho, le doy mis 10 euros ahora y cada mes le daré otros 10 hasta que le pague los 300 euros completos.
No sabes lo que dices, dijo el dueño de la tienda, no podrás ir con él al parque. Todos los demás perros correrán y harán felices a sus dueños y este perrito siempre irá despacio y al final no sabrás que hacer con él.
El niño se levantó su pantalón y le mostró al dueño su pierna retorcida y sujetada solo por una prótesis de metal.
Bueno, yo tampoco puedo correr, ni saltar como el resto de mis amigos, pero valgo tanto como ellos.
Nunca conocemos completamente la historia de una persona como para juzgarla. No debemos nunca tomarnos la libertad de juzgar a nadie
No debemos ser como el dueño de la tienda que estaba juzgando al perro y sin darse cuenta también estaba juzgando al niño.
El perro no era menos valioso que el resto de los cachorros, ni el niño es menos válido que el resto de sus compañeros.
Hay tantas veces en la vida que nos tomamos la libertad y la audacia de juzgar a alguien por estar en silencio o por estar callado o por circunstancias por las que no tenemos motivos para juzgar.
No sabemos lo que le está pasando a una persona como para hacer un juicio sobre ella, no podemos y no debemos hacerlo, y muchas veces lo hacemos y lo único en lo que todos somos iguales es, que todos somos humanos, todos tenemos defectos, todos tenemos historias que nos hacen ser de una manera u otra; a veces las contamos y otras elegimos guardar silencio, pero no por ello dejamos de ser válidos y no nos hace objeto de juicio porque:
JUZGAR A UNA PERSONA NO DEFINE LO QUE ES ESA PERSONA. DEFINE LO QUE ERES TÚ CUANDO LA JUZGAS.
La francmasonería no profesa ningún dogma y trabaja en una permanente búsqueda de la verdad, por ello las disertaciones publicadas en esta web no deben ser interpretadas como el posicionamiento de la Logia Gea en los temas tratados, sino como la expresión de la opinión de uno de sus miembros con el objetivo de incitar a la reflexión y al debate constructivo que nos permite cumplir con los deberes masónicos con un mejor conocimiento de causa.
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