¡FELIZ AÑO NUEVO!
Con la llegada del otoño, entre el 2 y el 4 de octubre de 2024, el pueblo judío celebra el año nuevo que en su calendario corresponde a 5785. Se conmemora el momento de la Creación. En Rosh Hashaná tienen lugar actos religiosos en la sinagoga, así como reuniones en las que la comunidad comparte un menú tradicional endulzado con dátiles y manzanas con miel para desear prosperidad durante el año que va a comenzar. Es tiempo de balance, de juicio que dará paso a la que se conoce como Yom Kipur (“día de la expiación” o “día del perdón”) considerado el más sagrado del año que corresponde en esta ocasión al 11 y 12 de octubre. Hay un ayuno, pero también comidas especiales típicas de esta festividad. Es el momento de perdonarse a sí mismo, pedir perdón a quienes hayamos ofendido y pedir perdón a Dios. Para el practicante son igualmente importantes estas tres dimensiones del perdón, pero nos detendremos en las dos primeras.
Centrándonos en aspectos estrictamente filosóficos en relación con esta cuestión cabe recomendar la obra de Vladimir Jankélévitch titulada El perdón. Como indica el autor, se centra en el perdón real y absoluto, no aquel relacionado con una medida religiosa, política o administrativa y, por supuesto, entiende que el acto de perdonar no excluye la percepción del dolor o de la gravedad de la maldad cometida.
Si pensamos en el perdón como un hecho bidireccional en el que hay un ofensor que lo solicita y un ofendido que responde a la petición, resulta complicado “perdonarnos” a nosotros mismos. A veces, escuchamos frases del tipo: “no me perdonaría que…”. Para llevar a cabo ese autoperdón, necesitamos dos condiciones imprescindibles: en primer lugar, conocernos a nosotros mismos con nuestras imperfecciones, debilidades y, en segundo lugar, tener la voluntad de reconocerlas para trabajar sobre ellas. No olvidemos que cuando pedimos perdón a otros, también participa el arrepentimiento. No pasemos por alto que nuestros peores enemigos somos nosotros mismos y “perdonarmos” no resulta tan sencillo como pudiera parecer a simple vista.
¿Quién no recuerda la película Love Story (1970) dirigida por Arthur Hiller y protagonizada por Ali MacGraw y Ryan O´Neil? La banda sonora de Francis Lai y una frase han pasado a la historia del cine: “Amar significa no tener que decir nunca lo siento”. Entendemos que si queremos a alguien evitamos hacerle daño, pero en realidad resulta imposible en cualquier tipo de relación que no surja alguna desavenencia entre la pareja, la familia, amigos… Debemos considerar que precisamente, el acto de pedir perdón supone un gesto de amor hacia la otra persona a la que reconocemos en su importancia y valía. Cuando alguien pide perdón se traga su orgullo y da un paso adelante que el ofendido debe tener en cuenta. Ya decía Alexander Pope que “errar es humano y perdonar es divino”. Desde luego, el perdón ennoblece al arrepentido y engrandece al ofendido. También es un acto de libertad que se debe realizar sin obligaciones o presiones. Probablemente cuando éramos pequeños, en alguna ocasión, nos impusieron que pidiéramos perdón a alguien. No es un auténtico perdón. Nunca se puede exigir que nos perdonen o que nos pidan perdón.
En Harry Potter y la piedra filosofal (2001) hay una escena en la que tras el concurso en el que compiten los aprendices de brujos llega el reparto de puntos. Harry recibe los suyos, su amiga Hermione por su inteligencia también se lleva unos cuantos, pero Ron es quien con su puntuación da la victoria a su equipo. El motivo como explica el director es que es más difícil decirle a un amigo a quien queremos algo que no nos gusta; y es gracias a ese gesto tan valiente que marcan la diferencia para alzarse con el triunfo. Pedir perdón también es complicado.
Junto al resentimiento, al rencor o al deseo de venganza, el paso del tiempo es otro enemigo del perdón. El tiempo no lo cura todo, como se cree popularmente. Las heridas sanan, pero las cicatrices nos recuerdan el dolor o el daño que un día nos hicieron. “No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”- nos aconseja Platón. A veces, el perdón puede llegar demasiado tarde.
Además del judaísmo, otras religiones recogen en algún momento, aspectos relacionados con el perdón. En el Islam, el mes de Ramadán es el del arrepentimiento y el perdón. Los católicos antes de la Comunión piden perdón por sus errores al mismo tiempo que perdonan a otros como dice el Padrenuestro. ¿Somos capaces de estrechar la mano a nuestros enemigos? Unamuno responde:” Hay un deber tan solo, y es el perdón”
¡Shaná Tová! (¡Feliz Año Nuevo!)
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