Laberintos Masónicos

Cuenta la mitología griega que Ariadna, enamorada y también deseosa de alejarse de Creta, ayudó a Teseo a salir victorioso del laberinto del Minotauro utilizando un ovillo de hilo. Ariadna, en la puerta de entrada, sujetaba uno de los cabos, y Teseo, iba desenrollando el ovillo mientras se adentraba en los enrevesados pasillos que lo conducían hacia el centro del laberinto donde enfrentó y dio muerte a Asterión, el minotauro. Después de tan heroica pero dudosamente honorable hazaña, él solo tuvo que regresar siguiendo la guía del hilo hasta la salida, donde le esperaban los fastos por su gloria.

Pero la felicidad de Ariadna, junto a su héroe y ya fuera de Creta, duró muy poco. Como ocurre de vez en cuando, dentro y fuera de la mitología, el desleal Teseo le rompió el corazón abandonándola, con nocturnidad y alevosía, en una isla solitaria. De allí, poco después, la maltrecha princesa fue rescatada por su futuro y divino esposo Dionisos, que la guió en su segundo recorrido laberintico desde la entrada melancólica por el abandono de Teseo hasta el éxtasis Dionisiaco de la salida.

Fiedrich Nietzsche, que en su eccehomo se declaró discípulo de Dionisos, mantuvo por largo tiempo una fascinación intelectual y un idílico amor platónico por Cósima, mujer de Richard Wagner. En sus escritos, a Cósima la llamaba Ariadna, él mismo se identificaba con Dionisos, asumiendo el rol del superhombre que supera las virtudes de Teseo, el personaje con quien asociaba al compositor Wagner.

En su escrito el Lamento de Ariadna, Nietzsche reelabora el mito convirtiéndose en el dios de la embriaguez y le habla así a su amada:

Sé juiciosa, Ariadna...
Tienes oreja pequeñas, tienes mis orejas:
¡mete en ellas una palabra juiciosa!
¿No hay que odiarse primero, si se ha de amarse?...
Yo soy tu laberinto...

El poema es un tesoro repleto de simbología, que daría para más de una plancha, pero ahora solo que quedo con esta parte: ¿No hay que odiarse primero, si se ha de amarse?...

¿A caso no tenemos que odiarnos primero a nosotros mismos cuando debemos amarnos? No tenemos que atravesar la oscuridad para llegar a la Luz?. No tenemos que llegar al orden desde el caos, o morir para renacer?

En su elaboración del mito, El significado que da Nietzsche al laberinto no es ni más ni menos que la necesidad de superación, y esa es la propuesta a la que yo me adhiero, la que interpreta el laberinto como el arquetipo de una transformación. Un viaje al interior de uno mismo motivado por la necesidad de superación que te transforma, que te lleva a otro plano de existencia, como lo hace el paso evolutivo de las estaciones de la vida, como lo hace la peregrinación en busca de la realización espiritual, o como lo hace el camino iniciático hacia la plenitud que todos los que aquí estamos hemos emprendido.

Desde mi propia construcción de la metáfora, si bien la esencia del laberinto es única, en su forma distingo dos tipos de laberintos. Por un lado el laberinto de Teso, en el que se entra por elección propia, como es también el caso de los laberintos iniciáticos, entre ellos el masónico. El aprendiz masón entra voluntariamente en el gabinete de reflexión y desde ese momento abandona ya los pasos perdidos y emprende un camino de transformación, de superación. Primero recorre el camino de ida hacia un Centro donde ha de enfrentarse a su minotauro, un ser inocentemente cruel, apartado del mundo visible, cautivo donde nadie lo ve ni oye, una sombra que apenas llega a la conciencia; para Teseo un monstruo al que hay que vencer matando, para otros quizás las esquirlas de la piedra en bruto de las que hay que desprenderse, pero me pregunto, No será el minotauro más bien la sombra que complementa la Luz que hay en cada uno? No será el propio ser aún no descubierto?, esa parte instintiva y animal que la educación y condicionamientos sociales han desterrado al inconsciente y a la que en lugar de matar se debería abrazar, porque es parte esencial de uno mismo?

El centro del lugar, atanor en el que se funden el alfa y el omega, donde el corredor del laberinto muere simbólicamente porque se ha transformado, es también el útero materno que alumbra al nuevo ser, bien sea el hombre pleno, o el superhombre de Nietzsche. Es el lugar donde se inicia el camino de vuelta hacia la salida, que no sería mucho más fácil que el de ida, si no fuera por la ayuda de un hilo de Ariadna, lo que sea que ello signifique para cada uno, en mi caso la fraternidad, la cuerda de nudos o la cadena de unión.

El segundo tipo de laberinto es el de Ariadna, al que no se entra por propia voluntad sino que la vida te mete en ellos de un empujón, o una patada. Se entra por una crisis del alma, por el abandono inesperado de un Teseo, por una enfermedad o una pérdida. Estos laberintos son la alegoría de una peregrinación impregnada de caos hacia un horizonte roto. Dentro de ellos se camina hacia el centro al compás de una elegía, el duelo por la pérdida de las propias expectativas y el vacío en el pecho que acompaña cuando algo dentro de nosotros está muriendo. En la dolorosa perseverancia del camino de ida vamos sobrepasando nuestros umbrales, y vamos descubriendo quienes somos, desvelando nuestras luces y nuestras sombras, identificando a nuestros aliados y a los monstruos que nos limitan, bloquean y boicotean.

Y cuando por fin aceptamos sincera y honestamente nuestra muerte, cuando abrazamos a nuestro minotauro y dejamos de boicotearnos a nosotros mismos, es cuando hemos llegado al centro, donde el útero materno da a luz a un nuevo yo, que cierra la puerta al dolor, libera a la razón, y por fin nos deja respirar profundamente y en paz. Y así es como nos convertimos en verdaderos héroes, porque el héroe de verdad no es el que va matando monstruos, sino el que es capaz de tomar las riendas de su propia vida. el que se lanza a superar el camino de su propio laberinto en un proceso de autoconocimiento que será el que lo transforme y lo dote de resiliencia, fuerza, sabiduría y belleza.

P.D. En estos laberintos de Ariadna no hay medias tintas, el que no llega al centro no se transforma, y el que no se transforma no sale, se queda dentro, por años o para siempre.

He dicho.

Una Maestra Masona

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El Mito del diluvio Universal: La purificación por el agua, el regreso al uno

El Mito del diluvio Universal: La purificación por el agua, el regreso al uno. Aún recuerdo perfectamente como el confinamiento que nos tocó vivir en el 2020, nos hizo levantar la cabeza, mirar al cielo y tomar consciencia de que nos encontrábamos justo en ese punto de inflexión que da entrada a un nuevo ciclo de existencia. En buena medida, la pandemia reactivó culpas y miedos atávicos que afloraron en cientos de mensajes en las redes sociales en los que se entonaba un profuso mea culpa por el maltrato infringido a nuestra madre Tierra y su justa venganza al liberar del Tártaro a su nuevo Titán Covid 19, cuyo azote despiadado sacudió a la humanidad, pero también devolvió el azul limpio a los cielos, la claridad a las aguas y los colores de la primavera a los campos. La propia naturaleza nos hizo ver como la servidumbre a la vanidad, el egoísmo y la superficialidad nos había llevado al punto de despreciar lo que era verdaderamente esencial.

En el pesimismo más o menos lúcido del aislamiento de aquel tiempo, por cierto extremadamente lluvioso, leí un meme que decía: "Mas que un lavado de manos, el mundo necesita un lavado de corazón, alma, mente y espíritu". Esta idea hizo saltar la chispa y se enlazó inmediatamente al simbolismo de la purificación por agua de nuestro ritual . A partir de ahí me puse a excavar en el mito del Diluvio Universal, un arquetipo que tiene como base el síndrome de la catástrofe en la que una Nueva Creación se levanta sobre las ruinas de la anterior.

Todos los relatos sobre el diluvio tienen el mismo comienzo: Caos, Muerte y Resurrección. Hay un anuncio celestial que es desoído por el pueblo, y todo se convierte en mar.

Se dice en el Génesis 6:5-7: "Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y dijo: Raeré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado, pues me arrepiento de haberlos hecho" . (Génesis 7, 11-12). Y en “El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, fueron rotas todas las fuentes del gran abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches”.
Como otros mitos de cataclismo, el Diluvio es símbolo de la germinación y de la regeneración, y expresa la idea arcaica de la degradación progresiva del Cosmos, que necesita su destrucción y recreación periódicas. Una humanidad se destruye y una humanidad nueva renace en una Tierra Virgen.

Esta regresión al Caos es la que también se proyecta en ceremonias ancestrales de iniciación, en las que el neófito muere simbólicamente para renacer a continuación a una nueva existencia espiritual, como un ser humano nuevo purificado por los elementos.

El agua, como elemento de purificación, anula la historia y recupera la integridad del tiempo primigenio. San Juan, uno de los patrones de la masonería, bautizaba a los hombres purificándolos de sus antiguos pecados y asegurándoles un "nuevo nacimiento"i, porque todo lo que se sumerge en el agua muere. La inmersión equivale, en el plano humano, a la muerte, y en el cósmico, al diluvio que disuelve al mundo en el océano primordial.

Y en el 2020, en Madrid, siguió lloviendo y lloviendo, y en el 21 el paso de Filomena lo cubrió todo del blanco más puro. Al mismo tiempo, otro temporal llenaba de sombras la luz de nuestro templo y nos convulsionaba por dentro. Los obreros no estábamos satisfechos, las banderas de la libertad y la Igualdad caían lánguidas porque nos faltaba la fuerza, y la sabiduría y también habíamos perdido la belleza. Moríamos sin remedio, como moría la humanidad durante el Diluvio, como muere la semilla que cae a la tierra. Un ciclo de existencia llegaba a su fin.

Pero somos iniciados, y como Noé en la Biblia y en el Corán, Manu en la tradición hindú, Utnapishtim en la epopeya de Gilgamesh, o Deucalión en la mitología grecorromana, construimos un arca que flotó y dio cobijo a nuestra libertad y soberanía bajo la bóveda celeste hasta que la tempestad amainó y las aguas se retiraron de nuestro suelo . Y allí mismo, en el seno fértil de la madre Tierra pudimos germinar y renacer purificados a una nueva existencia, y allí mismo construimos este templo justo y perfecto que consagramos a la Magna Mater que nos dio a Luz, la diosa GEA.

No todas las semilla que cayeron brotaron bajo el mismo sol, pero quedaron prendidas por siempre en nuestros corazones y estarán presentes por siempre en nuestra cadena unión, que cada día, si nos esforzamos, será más fuerte, y crecerá en sabiduría y belleza.

Al día de hoy, cada vez que la lluvia convulsiona nuestra arca, busco en el horizonte a la diosa Iris, para verla con su jarro regando las nubes y dibujando el haz de luz multicolor que nos recuerda que siempre hay esperanza, y que la conciliación y la serenidad son las virtudes que nos guiarán en nuestro camino de construcción de una humanidad más perfecta que no enfade tan fácilmente a los dioses.

He dicho, Una maestra masona.

 

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La visibilización de Los Nadies

La visibilización de Los Nadies

Este artículo no es un acto de exteriorización de solidaridad de nuestra logia, la logia GEA de Madrid, perteneciente a la Gran Logia Simbólica Española.
Esta semana, hemos estado reunidos con el cura Javier Baeza, de la iglesia San Carlos Borromeo, para ofrecerle nuestro reconocimiento y apoyo moral e incondicional por su trabajo.

La parroquia de San Carlos Borromeo está situada en el barrio madrileño de Entrevías.

Se dedica desde hace muchos años a ayudar a los desfavorecidos de la tierra, a los que luchan y buscan una vida digna, impulsados por muchas y variadas razones: guerras, persecuciones, miseria económica, expolio de recursos, cambio climático, falta de oportunidades.

Javier, nos dijo en la reunión que tuvimos una frase que es el motivo por el cual publicamos este artículo: “La ayuda sin denuncia es menos ayuda; hay que denunciar la infamia que está ocurriendo”
Hay dos vallas. La primera es la valla con alambres de espino y centros de internamiento y detención. La segunda, y la más difícil, es la valla de la burocracia.

Creemos, al igual que el cura Javier, que esta situación se tiene que denunciar y tratar de visibilizar. Ese es el objetivo de este artículo. Los Francmasones ejercemos la solidaridad desde la discreción absoluta, y trabajamos por el progreso de la humanidad para construir una sociedad más justa, más sostenible, donde dejemos atrás las apariencias y nos pongamos en serio a trabajar por restituir la dignidad y los derechos a cada ser humano.

Una sociedad que permite tratos inhumanos y degradantes hacia cualquier persona nos indigna y nos preocupa:
¡Los derechos de las personas que han perdido todo y luchan por una vida digna son los derechos de todas y todos!

 

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SONETO A MIS RECUERDOS DE INICIACIÓN

 

Son muchas ceremonias de iniciación,
Sí hermanos al viajar escucho tanto,
que siento me envuelve como un manto,
lo vivido en la mía con emoción.

Bien intrigada llegué y con precaución.
Ver el cuarto oscuro ¿Qué sobresalto!
Y aún me quedaba más, ¿Aún más? ¿Cuánto?
Noté que alguien me ofrecía protección.

Antes mis reflexiones, testamento.
Viví un torbellino de emociones,
desorientada en todo momento.

Al fin la luz, primeras instrucciones.
Consagrada Masón pensé y aún siento:
De aquí no me voy. Son mis intenciones.

He dicho.

Una Maestra Masona

EL PRECIO DE LA LIBERTAD

Sabemos que el ser humano es un animal político, palabra que proviene de latín politicus y esta del griego politikós, que significaba ciudadano o del Estado, ya que hasta la época macedonia, las ciudades griegas eran estados.

Todos somos conscientes de que vivimos en una sociedad, y eso lo asumimos desde muy pequeños, nuestra libertad acaba en el momento en que invadimos la libertad de aquellos que nos rodean. La necesidad ancestral del homo Sapiens del que todos procedemos, de agruparse en grupos o clanes, nos hizo progresar por encima del Neardenthal, pero, esta agrupación humana llevaba una serie de reglas, un líder, unas obligaciones y probablemente ya entonces unos derechos.

Desde entonces han pasado muchos milenios, muchas cosas, evidentemente, han cambiado pero ha habido hasta nuestros días un denominador común, la eterna lucha del hombre por la libertad.

Son muchos los que a lo largo de la historia han dado su vida por la libertad, podría nombrar a tantos que esta pieza de arquitectura sería interminable pero, independientemente de Gandhi, Martin Luther King, Mandela y tantos otros, permitidme QHnos.·, que hable de aquella que aún se da y me ha afectado directamente. La lucha más reciente de las mujeres por su libertad.

Nacer mujer a finales de los cincuenta no encajaba con ser un espíritu libre y lógicamente, era una condición que todo nuestro entorno intentaba erradicar en aras de la buena educación. Posiblemente, cualquier mujer española de mi generación podría decir algo muy similar a lo que pretendo exponer en este trazado.

Cuando naces y desarrollas gran parte de tu personalidad en un ambiente donde las libertades están totalmente coartadas, es necesario un trabajo enorme para identificar el porqué de muchas situaciones que vas viviendo.

Desgraciadamente en nuestra adolescencia no conocíamos la utilidad a nivel espiritual del compás, ni la rectitud la asimilábamos a una plomada.

Así pues, nos veíamos obligadas a aferrarnos a la libertad de conciencia y no siempre era fácil.

Durante gran parte de mi vida, he pagado un alto precio por mi libertad, desde soportar que me intentaran, como me decían, cortar las alas, hasta sufrir estrictas prohibiciones y castigos, que, he de decir, de poco servían.

Afortunadamente, un gran día fui iniciada y empecé a comprender el significado de la auténtica libertad, podía trabajar sobre mi misma, puliendo mi piedra y desprendiéndome de metales tales como la culpa, el deber impuesto y seguir buscando en mi interior la auténtica libertad. Con el mazo y el cincel me desprendí de aquellos estigmas, con el nivel, comprendí la igualdad y la fraternidad, con la plomada distinguí lo que era justo y perfecto y lo que no y así, poco a poco, fui desarrollando mi auténtica libertad. Una libertad que no invade, que no humilla, pero que te hace realmente feliz. Estamos en tiempo sagrado, rodeados de nuestros hermanos que no van a juzgar ni criticar aquello sobre lo que tu trabajas porque, al fin y al cabo, trabajando libremente y utilizando las herramientas correctas, consigues una piedra pulida que encaja a la perfección en nuestro templo común sin provocar roces ni desestabilizar la obra construida por todos.

Entonces y solo en ese momento te das cuenta de que eres un ser humano libre y de buenas costumbres y comprendes que la libertad no tiene por qué tener un precio, ya que, tal y como nos recalcan los Evangelios, el Budismo, Confucio y tantas otras fuentes, no vas a hacer nada a tu prójimo que no quisieras que te hicieran a ti y es en ese momento cuando tu libertad es plena puesto que la Fraternidad va guiando tu Libertad entre tus Iguales.

He dicho.

En Madrid, a 4 de Noviembre del 2021(Era Vulgar)

Una Maestra Masona.-